LA RIQUEZA DE UNOS MONTES SIN DOLOR
Por: Ángel F. Martínez Suárez.
El
olor a tierra húmeda del ambiente se esparce por todas partes, al respirar se
mete en los pulmones como una bocanada de aire fresco y puro, nada mejor para
decirle buenos días a una tierra que muchos le llaman monte, pero para otros,
como don Félix Ramos es una tierra llena de innumerables riquezas.
Los
Montes de María, sí, esa misma región que se hizo famosa en las noticias no
precisamente por sus recursos naturales, sino por el dolor que quedaba luego de
que algún grupo desalmado al margen de la ley, decidiera tomarse un
corregimiento, una vereda, una finca, bañando en sangre a familias y
generaciones enteras.
Aunque
parezca paradójico esa misma tierra, inundada en lágrimas durante décadas, hoy
muestra todo un renacer, esos gritos ahogados de muchos que rogaban no ser
asesinados, hoy se transformaron en carcajadas de alegría porque por fin ven
muy cerca una luz de progreso y un futuro lleno de desarrollo para ellos y para
las próximas generaciones.
Son
las 4 de la madrugada, para algunos, una gran mayoría, aún es tiempo de seguir
en los brazos de Morfeo, pero para Félix Ramos es la hora perfecta de comenzar
una jornada de labores. Él, decide levantarse de su tálamo, su cuerpo le pide
ir al baño, cundo sale, va sin pensarlo a prepararse un café bien cerrero, de
esos que le quita el sueño a un gorila, o de “levanta muerto”, como dice su
esposa, se lo toma con toda la calma del caso y piensa en salir a revisar sus
cultivos.
“Hay
que madrugar para que todo rinda”, comenta, Félix, que a sus 46 años se siente
hijo de Bolívar, ya que hace 20 años decidió emigrar de su natal departamento
de Córdoba a El Carmen, un lugar en pleno corazón de los Montes de María. En
ese momento, jamás imaginó que cupido flecharía su corazón. “Esas cosas llegan,
uno no las busca”, expresa con ojos de traga’o.
En
un pico máximo de violencia en Colombia, guerrillas y paramilitares disputaban
territorio de manera absurda, matando a población civil indefensa. En esa
época, Félix, llegó a El Carmen, y en un arranque de querer conocer más la
región, decidió subir hasta la Cansona, un lugar en lo alto de los Montes de
María, nunca imaginó que quedaría enamorado de esa tierra, de sus hermosos
paisajes y sus enormes riquezas.
“Es
una tierra apta para cultivar ñame, yuca y muchos productos”, expresa él sin
ninguna pena, orgulloso de ser campesino, llenarse de abono y tierra al momento
de cultivar es para Félix todo un éxtasis que llega al clímax al momento de
recoger cada cosecha.
No
ha sido fácil, durante estas dos últimas décadas, esa violencia mencionada,
hizo que Félix bajara de la alta montaña hacia El Carmen en dos ocasiones, el
desplazamiento producido por la violencia había dejado de ser un cuento de
amigos que alguna vez escuchó, para convertirse en su propia realidad.
Enamorado,
con tres hijos y tres hijastros, como dicen por ahí “los tuyos y los míos”, Félix
se dijo asimismo “no me voy de esta tierra tan rica, me lo ha dado todo, sobre
todo tranquilidad”. Aunque suene contradictorio, lo que era tierra de guerra en
ese momento, para Félix era una tierra de tranquilidad, él, muy dentro de su
corazón presentía que esos Montes de María, una zona de amaneceres y
atardeceres perfectos, no podía ser toda la vida una región de dolor.
Renacer
Aguante
total, paciencia, amor por lo que hace, ganas de salir adelante, todo es una
mezcla de razones para que Félix no se fuera de El Carmen ni de La cansona.
Ahora puede ver con gratitud el renacer de una zona que ahora es llamada
territorio de paz.
“La
verdad que se ve más tranquilidad y progreso, si no me fui antes mucho menos
ahora”, expresa tajantemente, con ojos llenos de notable esperanza, sobre todo
al momento de pensar en su familia. “Yo lo que se hacer es trabajar la tierra
es la manera que tengo de sacar a mi familia adelante”, añade.
La
Cansona, ese pico en los Montes de María se convirtió para Félix en el lugar
prefecto para montar un “negocito”, como él lo llama. Casualidad, diosidad, no
importa, pero muchos de los que suben, sobre todo a pie o en bicicleta llegan
cansados, razón por la que no dudan en refrescarse en ese “negocito”, en el que
pueden conseguir desde una gaseosa hasta un sancocho bien carga’o para
reabastecerse de energía y de paso recibir esa brisa fresca que corre entre las
venas de la selva, llegando vehementemente aún en tiempos de calor, en pocas
palabras, los Montes de María son un lugar bendecido por la madre naturaleza y
que gracias a la paz que viene impregnada en esa misma brisa, hoy es territorio
de progreso y desarrollo para toda una región que agradece a Dios que exista
tranquilidad.
“Salgo,
trabajo, vengo a mi negocio y todo lo hago sin miedo a la guerra, ya eso no
existe por acá. El gobierno ha logrado esto”, dice Félix Ramos, que no deja de
soñar en que cada vez las cosas mejorarán en esa región que siente como suya y
que le brinda lo necesario para vivir feliz.