martes, 30 de noviembre de 2010

Herramientas de Felicidad

Cada  vez que las actitudes de los demás nos sorprenden debemos pedirle a  el dueño de la vida que nos ilumine para entender de una u otra forma a esas personas y sus decisiones, es decir que cada quien es autónomo al momento de elegir y de decidir, eso  nos demuestra lo grande que es el amor de Dios, porque Él en su infinita misericordia lo que desea es que con nuestras propias decisiones seamos felices, lo malo está en que muchas veces esas elecciones de vida no hacen tan feliz a  nuestro entorno.
Lo que debemos es entender de la manera más simple, colocarnos en el lugar de la gente,  y tratar de entender el por qué de sus acciones, aunque muchas veces resulte muy incomodo y hasta difícil, no podemos cuestionar sin autoridad lo que las otras personas hacen, sienten o piensan.
Depende de nosotros nuestra vida, tenemos el control de ella, la idea es vivirla de una manera correcta, de una manera que nos permita encontrarnos de frente con el dueño de la existencia, con Dios mismo, porque que así  es como podremos entendernos unos a otros y poder divisar que cada quien está hecho para cumplir una función en la vida.
No podemos pretender que los demás hagan lo que nosotros queramos, la idea es aprender uno del otro y complementarnos dentro de una sociedad, pero todo esto se logra abriendo el corazón a Dios, pidiéndole que nos fortalezca y que nos ayude aceptar todo lo que no podemos cambiar, para tener una tranquilidad interior que solo se logra dejando que cada cosa tome su curso, eso sí, debemos tomar las riendas sobre nuestra vida y sacarle provecho para poder planificar tomando las mejores decisiones.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Dios nos hace libres

No podemos echarle la culpa de todo lo que nos ocurre a otras personas, y mucho menos a Dios, Él, en su infinita misericordia nos regala la completa libertad para que manejemos nuestros propios hilos y nuestras propias actitudes frente a la vida y el proceso de crecimiento en ella.
Nos volvemos unos verdaderos expertos señalando a las demás personas sin hacer un proceso de autoevaluación adecuado para tratar de definir si los que fallamos somos nosotros, ojo, esto pasa en todo tipo de relaciones, laborales, sentimentales, matrimoniales, en fin, lo que trato de decirles es que sería bueno mirar si nosotros somos tan perfectos como a veces creemos serlo.
En cada cosa negativa que nos sucede, no dudamos en señalar a algún culpable sin tener en cuenta  el por qué de la situación ni las razones por las que las cosas se dieron de esa manera, solo perdemos el tiempo tratando de buscar un culpable de lo que en muchos casos nosotros mismos ocasionamos.
En realidad lo que suelo hacer es colocarle todo en manos a Dios, es decir, mi ser, mi vida con pensamientos y sentimientos incluidos, absolutamente todo lo que soy, con el fin que Él disperse las nubes, y haga que exista luz en mis decisiones,  y de ésta manera no permitir que me equivoque culpando a otros de lo que yo mismo puedo  ser culpable. Lo único que puedo  decir, es que Dios nunca quiere un mal para nosotros, y mucho menos lo podemos culpar por las cosas malas que nos pasan. Aún en los peores momentos  de nuestras vidas, en los cuales somos nosotros los únicos  responsables, Dios, el dueño de nuestra existencia, es quien logra hacernos caer en cuenta de lo que estamos haciendo mal y nos muestra un camino de soluciones, en pocas palabras somos dueños y responsables de nuestros actos, porque Dios nos tiene una razón de vida para cada uno de nosotros, pero depende de cada quien llevar su vida como mejor le parezca, eso sí, Dios siempre va a estar a nuestro lado para guiarnos de la mejor manera, la clave está en que debemos dejarnos ayudar.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Demostración del amor de Dios


En algún momento de mi vida sentí que todo lo que  hacía no tenía ningún valor, que cualquier  actividad que realizaba sentía que no valía la pena, en los momentos más difíciles de la vida creemos que lo peor no va a pasar nunca, que siempre estaremos en esas situaciones  difíciles, y que éstas a su vez nos van a agobiar siempre.
Las mismas situaciones que creemos van a perdurar, nos nublan la razón y no nos dejan observar la manera como Dios nos ama y la forma que El tiene para ayudarnos.
Desafortunadamente nunca creí que los que me rodeaban eran instrumentos de Dios para que mi vida tomara un mejor rumbo, todo lo contrario, prefería sumergirme en la soledad de mí habitación y creer que el dolor era el único sentimiento que podría estar en mi corazón.
Tenía que llegar ese momento en el que le hablé con voz fuerte al Dios de la vida y de una manera radical me hizo entender que El no bajaría y me sacaría de esa crisis, pero que si me demostraría su amor y su ayuda por medio de las personas que me rodeaban y que lo que más querían era mi bienestar, es decir, el amor de Dios  trascendía barreras e hizo que me acercara a los míos de una manera que nunca lo había hecho y gracias a eso sentir una paz y alegría en lo más profundo del corazón.
El chiste está en saber comprender los momentos que Dios tiene para nosotros, puesto que El como el dueño de la vida sabe cuando ofrecernos las cosas, eso sí, que quede claro que debemos colocar de nuestra parte para escuchar y entender sus enseñanzas, o sea, que para  que nos ayuden, debemos dejarnos ayudar.
Lo más maravilloso de sentir el amor de Dios es saber que lo podemos hacer a través de las personas que más amamos y que le podemos regalar todo nuestro afecto  tratando de hacer a esas personas lo más felices que podamos siendo así recíprocos  con ellas, en realidad siento que es una forma de tener a Dios en el corazón.