lunes, 25 de abril de 2011

Dios nos enseña con la experiencia

En algún momento de la vida podemos sentir pereza cuando nos invitan a la iglesia o a alguna celebración de la misma, pero estoy seguro que podemos darnos la oportunidad de entregarnos a esa experiencia y ver que si la podemos vivir a plenitud. Hace poco tiempo tuve una vivencia maravillosa, la cual consistió en ir poco a poco dándome cuenta el verdadero significado de la pasión muerte y posterior resurrección de nuestro señor Jesucristo.
Lo importante de ésta vivencia fue que deje que mi mente y mi corazón fuera entregándose a la experiencia de conocer cada instante todos esos momentos vividos por alguien que en realidad estuvo y sigue dispuesto a entregar su vida por nosotros.
Fue un momento en el que empecé a escuchar al Padre que dirigía la ceremonia y por esas causalidades de la vida analizaba cada palabra que llegaba a mi mente, inmediatamente se trasladaba a mi corazón y me hacia entender que el verdadero amor  está en Él, en ese Dios que es capaz de entregarnos el don de la vida para que nosotros la valoremos como eso, como un don. Cada ápice de sufrimiento era entregado sin pensar en nada más que en obedecer la voluntad del dueño de la vida, entregar su vida para el perdón de unos pecados que no había cometido, pero con esto enseñarnos que amar es entregarlo todo, ese sentimiento, el amor, en verdad es la esencia de la vida, por eso en ese momento mi aprendizaje y al mismo tiempo petición fu decirle, Dios enséñame a amar como tú lo hiciste y permite que en mi corazón siempre exista la humildad.
Son experiencias de vida, lo que me queda por decirles es que desde ese momento solemne en el que a lo mejor no quería asistir, pero la necesidad de tener a Dios en mi corazón fue mayor y darme cuenta que quería seguir escuchando y entendiendo porque Jesús nos entrego su vida en todo sentido, hicieron que fuera una persona nueva, al ver como Jesús si transforma vida, al poder sentir que con su presencia en nuestras vidas todo es más fácil, en pocas palabras te invito a que como yo, te enamores de Jesús resucitado.