jueves, 24 de marzo de 2011

Nos complicamos a si mismos

La vida es un largo recorrer de situaciones, sensaciones, momentos, en fin, si nos detuviéramos a pensar qué es la vida, seguramente se nos pasaría la misma y no encontraríamos respuesta alguna.
Lo que sí es cierto, es que me he dado cuenta que la vida  definitivamente un regalo precioso y divino, cuando hablo de divino lo menciono es porque  estoy completamente convencido que es un obsequio de Dios. La gran pregunta es: ¿La vivimos como es debido?
En realidad partiendo desde mi experiencia y también viendo lo que pasa a mí alrededor, me he podido convencer que la vida, como regalo que es, viene pura, es decir perfecta, nosotros mismos con el pasar del tiempo vamos tomando decisiones que nos hacen muchas veces pensar lo contrario. Lo que quiero explicar es que por buscar logros o cosas en la vida muchas veces no lo hacemos pensando en las consecuencias que esto puede traer, es decir, hacemos que las cosas se hagan más y más difíciles, sin tener en cuenta que podemos actuar de una manera adecuada y nos daremos cuenta que no es tan difícil como parece. Ojo, no estoy diciendo que sea sencillísimo andar en el camino de la vida, de hecho lo más lindo es poco a poco salir adelante, y si hay dificultades mucho mejor, para valorar lo que se hace y cuidar lo que se logra, porque de nada sirve conseguir las cosas sin obstáculos, por la sencilla razón que se pierde el gusto y el valor de las cosas, en pocas palabras se pierde la esencia de lo que hacemos.
Lo que se quiere es encontrar la manera más adecuada y prudente de vivir la vida, si, no complicarnos con las cosas que tienen solución, y lo que aparentemente no tiene solución, pues analizar la situación muy bien, repasarla, pedir al dueño de la vida sabiduría, porque Dios así como nos regala la vida nos ayuda a llevarla de una manera correcta, solo nos tenemos que acercar a a Él porque en esta vida de la que hemos hablado, todo, todo, tiene solución, solo debemos estar con el corazón abierto a Jesucristo y entender que vivir la vida es disfrutar de ese regalo asombroso que el Mismo Dios nos obsequió.


sábado, 12 de marzo de 2011

Paciencia, la necesitamos

Desde las experiencias de vida que me han tocado vivir y en las que me he desenvuelto en mi corta existencia, he notado como es de variante la personalidad de cada ser humano, es decir, somos un conjunto de emociones que en muchas ocasiones no nos permiten saber como reaccionar frente a las situaciones.
Muchas veces he llegado a sorprenderme de la reacción de las personas frente a los hechos que ocurren y siempre llego a la conclusión  que lo mejor es analizar un poco, por muy apresurada que parezca la situación, para luego tomar las decisiones. Nos olvidamos de las consecuencias que pueden traer las respuestas inmediatas, en pocas palabras, el remedio puede ser peor que la enfermedad, lo ideal es buscar calmadamente las múltiples soluciones que puede tener dicha situación.
Lo triste es ver que a veces atropellamos a personas que necesitan  apoyo y lo que hacemos es hundirlas más, por eso cada día de la vida le pido a nuestro señor Jesucristo que nos regale ese don de la sabiduría y de la paciencia que tanto necesitamos para no equivocarnos en la toma de decisiones. Algunos dirán,  es que acaso no nos podemos equivocar, la respuesta es sí, tenemos todo el derecho de hacerlo como humanos que somos, por cierto, pienso que la perfección del hombre se basa en tener la capacidad de aprender de los errores, de esas equivocaciones, pero eso no nos da derecho de no aprender, la idea es tener la seguridad de que el error que se cometió no puede volver a suceder, porque ya tenemos un antecedente y ya sabemos cómo manejar ciertas situaciones.
En pocas palabras el ser humano está en esta tierra para desenvolverse y tener una misión, cada uno de nosotros tiene la misión de vivir y de hacerlo a plenitud buscando la felicidad, sí se puede trabajar en conjunto, realizar labores de grupo, problemas siempre existirán, pero nuestra racionalidad marca la diferencia, es decir, esa capacidad de entender que podemos ayudarnos, porque ojo, nadie es autosuficiente, es la que nos permite crear espacios de armonía y de buena convivencia.