martes, 24 de abril de 2012

Amar lo que se hace, es una bendición


En muchas ocasiones nos sentimos ahogados por la forma como llevamos nuestra vida, es decir, entre las obligaciones de nuestro trabajo, las del hogar, y todas las actividades en que participamos no nos damos cuenta que estamos siendo arrastrados por nuestras mismas labores.
No podemos dejar que esas actividades aunque hagan parte de la vida misma y de la cotidianidad,  permitan que nuestro cuerpo y mente se agote de una manera en la que prácticamente nos olvidamos de nosotros mismos.
Cada labor que realizamos a diario, se vuelve monótona, y de nosotros depende hacerla divertida o no, en pocas palabras hacer que disfrutemos demasiado lo que hacemos para que no vivamos en conflicto interno de que estoy haciendo lo que no me gusta.
Todas estas situaciones hacen que el ser humano actúe de diferentes formas, por eso, debemos buscar espacios de tranquilidad, de análisis, y de relajación, en los que nos detengamos a descansar la mente o hacer que ésta se distraiga un poco para luego no saturarla  de aburrimiento y dejadez.
Lo que quiero decir es que debemos amar lo que hacemos, ser apasionados en cada actividad que realicemos, para después no dejarla tirada por el simple hecho de que no nos gusta, también soy consciente que en la vida muchas veces hacemos lo que nos toca y no lo que deseamos, pero en estos casos como en todos, hay que pedirle a Dios mucha fortaleza para que logremos realizar el trabajo de una manera agradable y así poder obtener buenos resultados.
En realidad debemos aprender a amar lo que hacemos, y saber colocarle un alto a ese stress que muchas veces nos domina, lo más importante es que dejemos prudencialmente que la mente y el cuerpo descansen para poder obtener  éxito en lo que realizamos.

miércoles, 11 de abril de 2012

El amor, un sentimiento para crecer

El mundo está lleno de un montón de cosas de las cuales nosotros como seres humanos hacemos parte, nos dejamos llevar por todo lo que nos rodea, somos seres de costumbre, pero tenemos inteligencia para saber lo que está bien y lo que está mal. La rabia muchas veces nos invade por diversas situaciones, porque las cosas no salen como deseamos, porque no tenemos lo que a lo mejor queremos en el momentos, por las actitudes de las demás personas, en fin, la rabia se manifiesta en nuestra vida por muchas situaciones. La ira que tomamos por las cosas que suceden no hará que mejoren, es decir, a pesar que la rabia es un sentimiento muy humano, no solucionará nada, solo amargarnos por dentro y no dejarnos ver con claridad lo que pasa. Es ahí donde tenemos que pensar en el amor de Jesucristo, quien desde que vino a la tierra a morir por nosotros, vino a enseñarnos el verdadero amor, un amor lleno de cosas buenas, un amor que deja a un lado todos los sentimientos de rencor y maldad, un amor en el que la ira se disipa, dando paso a entender a los demás y a amarnos los unos a los otros como Él nos ama a nosotros. Si amas, no es solo decirlo, es manifestarlo con hechos de amor, de bondad. Si conocemos el amor de Dios aunque las personas no hayan hecho nada por ganarse nuestro cariño, podemos manifestarle que el amor realmente existe, que no hay rencores, que por el solo hecho de ser un ser humano lo amamos porque al igual que nosotros es hijo de Dios. Si conocemos el amor de Dios simplemente lo que hacemos es transmitir un mensaje de amor y de fraternidad, con el fin de mejorar nuestras relaciones y trabajar cada momento por ser mejores seres humanos. Hay diferentes maneras de manifestar el amor, una forma es ayudando en el hogar, dejando que los demás descansen, respetando sus actividades, en pocas palabras permitir que los demás se sientan bien colocando de nuestra parte para que eso suceda. Aquellas acciones que a lo mejor parecen insignificantes, que a lo mejor no tienen importancia hacen que las relaciones de amor entre nosotros hermanos en Cristo, se afiancen mucho más, y partiendo de allí crecer en el verdadero amor, en ese amor que Dios quiere para todos nosotros. Los actos de amor además de marcar una gran diferencia en nuestras acciones, también hacen que vayan desapareciendo los odios, las malas conductas, las rencillas, las envidias, el orgullo, en fin gracias al hecho de actuar con amor podemos sentir paz interior y ser mucho más felices.