En muchas ocasiones nos
sentimos ahogados por la forma como llevamos nuestra vida, es decir, entre las
obligaciones de nuestro trabajo, las del hogar, y todas las actividades en que
participamos no nos damos cuenta que estamos siendo arrastrados por nuestras
mismas labores.
No podemos dejar que esas
actividades aunque hagan parte de la vida misma y de la cotidianidad, permitan que nuestro cuerpo y mente se agote
de una manera en la que prácticamente nos olvidamos de nosotros mismos.
Cada labor que realizamos
a diario, se vuelve monótona, y de nosotros depende hacerla divertida o no, en
pocas palabras hacer que disfrutemos demasiado lo que hacemos para que no
vivamos en conflicto interno de que estoy haciendo lo que no me gusta.
Todas estas situaciones
hacen que el ser humano actúe de diferentes formas, por eso, debemos buscar
espacios de tranquilidad, de análisis, y de relajación, en los que nos
detengamos a descansar la mente o hacer que ésta se distraiga un poco para
luego no saturarla de aburrimiento y
dejadez.
Lo que quiero decir es que
debemos amar lo que hacemos, ser apasionados en cada actividad que realicemos,
para después no dejarla tirada por el simple hecho de que no nos gusta, también
soy consciente que en la vida muchas veces hacemos lo que nos toca y no lo que
deseamos, pero en estos casos como en todos, hay que pedirle a Dios mucha
fortaleza para que logremos realizar el trabajo de una manera agradable y así
poder obtener buenos resultados.
En realidad debemos
aprender a amar lo que hacemos, y saber colocarle un alto a ese stress que
muchas veces nos domina, lo más importante es que dejemos prudencialmente que
la mente y el cuerpo descansen para poder obtener éxito en lo que realizamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario